lunes, 19 de julio de 2010

Un viernes

Aún recuerdo el viernes pasado, mi cuerpo es un maquina, jamás quiere parar, jamás se cansa.

Salí del trabajo, aburrida de mi estúpida rutina, con ganas de ir a perder el rumbo y el control de mis razones, me dirigí al lugar perfecto; Blue Bar, un lugarucho donde uno lo puede pasar re-cachondo, puedes darte unos traguitos y si quieres unos cuantos polvos sin temor a nada.

Ese día era especial, las venas de mi cuerpo me lo decían, la piel me lo gritaba y mi cuerpo más que nadie lo deseaba, era hora, así que decidí partir. En el transcurso me tope con unos tipos ya pasados de copas, y de por si me dieron repudio, definitivamente no lo era lo que quería, yo quería acción de verdad y no unos ebrios a medio dormir con ganas de correrse en unos minutos. NO!, yo no quería eso, yo quería acción, descontrol, algo que me vibre el cuerpo por horas imparables. Firme con mi decisión me dirigí a mi destino. Entre desapercibida , mis ojos eran guías de las presas fáciles, difíciles y las que intuían ha hacerse los interesantes. Pedí mi primera copa , [Un martini por favor] mientras tomaba el primer sorbo mis ojos asechaban a la víctima que saciaría mi sed, este alboroto que trastornaba a mi cuerpo que pedía desfogo a gritos. Mire a la derecha, no había nadie interesante, alguien digno de ir a mis aposentos ha hacerme chillitiar de placer, mire a la izquierda y sucedió lo mismo, sentía frustración en mi cuerpecillo, no veía algún hombre que me interesase, pasaron las horas, y ya era mi octava copa, los hombres se me acercaban y ninguno pasaba, me estaba dando por vencida, llena de frustración y desilusión, así que decidí pedir la cuenta e irme, hasta que cierto caballero de traje, según él intelectual, pidió invitarme una última copa, al verlo me di cuenta que él era el indicado, sus ojos eran fuego y sentía la pasión de su cuerpo atormentar a mi pequeña imaginación frustrada. Accedí, pasaron las horas, y fue una situación agradable,hasta que decidió invitarme a ir a su motel, accedí, ambos queríamos continuar nuestro private party.

Al llegar a su habitación, puso música, él era muy sensual, tenia los músculos muy desarrollados y un abdomen que torturaba mi imaginación, comenzó a bailar incitandome ha hacer lo mismo; sin embargo, entendía sus intenciones, él pensó que era su día, pero se equivocaba era el mío y él haría lo que yo quisiese solo para complacer a mi atolondrado deseo sexual. Apago las luces, le pedí que me bailara y lo hizo, me sentía como una amaestradora y a él lo veía como al animal que iba a domesticar para que hiciese lo que le pidiese, y así fue.

Se saco la camisa seduciendome con unos pequeños movimientos que me excitaban, sentía mi cuerpo encenderse desenfrenadamente, se acerco y me quito la blusa, por un momento pensé que estábamos en un sauna, pero no! , era el quemante calor de nuestros cuerpos que sudaban pidiendo acción apresuradamente, me senté entre sus piernas y comencé a juguetear con mi boca en su cuello y rostro mientras mi manos recorrían aquel cuerpo escultural que domaría aquel animal que quería descontrolarse en mi, poco a poco me fue domando, yo había perdido el control, el animal que se encontraba en mi salió y pedía más, sus caricias y sus besos eran tan obscenos, tan sinvergüenzas que me encantaban, nadie jamas me habia besado y chupado así, me sentí tan bien, que me sentí venir en un grito de extrema excitación, había llegado, lo había bañado, el cumplió lo que yo quería, lo que yo buscaba, él ya no me servía, ya había cumplido su papel, y era hora de marchar, en busca de otro amante que pueda controlar el nuevo animal que en mi se poseería el próximo viernes...